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domingo, 24 de noviembre de 2024

Medianoche p. X

Arica– Chile                                                                                                                                                                17/11/24

Miedo en el esquivo envés, en la traza errática, en la luz de otro horizonte. Medianoche en la profunda calzada, en la solitaria salitrera, en el tenue barlovento, y lejos, muy lejos, la última ballenera fenece. Enfurecidas olas tejen y destejen travesías y leyendas, en la cifra de un tiempo ajeno, en la honda trama. Misterio en el tul trágico, en el oculto micelio, en las vetas y venas inciertas, en la extensa travesía. Leviatán en la vieja playa, Behemot en la torcida salitrera y Ziz en los elevados confines. Entre la luz y la oscuridad, existen y anhelan, atrapados en hojarasca y copal, los vestigios extremos. Mujer lejana, tinta y tizne cinabrio, envuelta en ocre tul, extensa en la hosca tarima, traza su voz que es letanía:

– ¡Minato Kurai! ¡Kurai Minato!

Mirada lejana, trazo en la obsidiana, voz invisible, luz en las esquivas y tortuosas tinieblas, evidente en la cifra de los tiempos, holla la huella olvidada, la tortuosa avenida, la tenue y salina tierra. Humberstone esquivo en el horizonte extremo, tal Comala incierta y olvidada, que anhela e invoca el eterno exilio. Medianoche terrible, vaho y soledad, tinieblas y silencio, en la estancia que existe en todas las tierras. Reflejo en la vertiente marchita, extiende una faz difusa. Mirada lejana en la lejanía inconclusa, evidente en los entresijos y honduras que la oculta Tierra trama. Reflejo en la invisible y acre hondura. Miedo en la tierra, tristeza en el quemado cinabrio, voces quedas en los hogares vacíos, y un reflejo que es Fatuo. Faz que se extravía en los versos del inquietante Pedro Páramo. Linaje envilecido, hueste oculta, icor de hiel, que extrae y esclaviza alwes extraviadas. Tul abrasado, velo de hondo ébano, levedad en el abanico de hueso, tela y nácar. Faz inquietante, que holla el horizonte quedo, anhelando alwes extraviadas y travesías inhóspitas. Fatuo que es Fatua, extrema wiccana y oculta asceta, que traza, teje o extravía corruptas verdades. Misteriosa en las veladas invernales y extensa en los tiempos febriles. Maldita que maldice las alwes extraviadas, envuelta en tizne, tinta y plumas.

Comala en el trazo de Humberstone.

Neblina, tristeza, tabaco y alcohol. Medianoche en la tortuosa ciudad, bullicio en la cantina lejana, caos en la calle atestada, hombres y mujeres en eterna evasión, y lejos, muy lejos, la ballenera anhela otro tiempo. En el valor de Gomorra, en la luz de Sodoma, bajo el alero incierto, la malsana tragedia se yergue. Mirada extraviada, venas y venas torcidas, luz en la absenta, quebranto en la vetusta iglesia y anhelos que el viento desgaja. Medianoche en la acre historia, en el calendario 2005, en la avenida atestada. Madre, hija y prostituta. Extraviada, hallada y lejana. Número en la soledad profunda, en el agravio extremo, en la ilegalidad legal. Mas en las horas quedas, en los vientos otoñales, en la voz de la vertiente oculta, excelsa luz evidencia. Flama que es flama, luz en la torcida higuera, vaho que inunda la vetusta iglesia. No habla, y todo lo explica. Excelsa en el horizonte extremo, atrapada en extrañas tierras, viviendo lejos de su linaje. A veces, algunas veces, cuando la luz la ahoga, invoca cantos de inefables ballenas. Mira a la lejanía, más allá de las hondas quebradas, la ballenera solitaria.

– ¡Dios! ¡Tanta matanza y agravio!

Iquique se visualiza lejos y a la vera. Historias inconclusas que existen bajo la luz de la absenta, en tiempos y avenidas extrañas. Mirad el ayer y lo venido llegará. Comala es Iquique; y en Iquique la Muerte transita.

Sin más deciros, J 25 A.

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