“Levedad que se extiende en un atardecer
difuso, lejos innumerables fulgores rasgan la lejanía. Insondable silencio que
extravía anhelos ocultos, historias olvidadas y verdades torcidas.
Escritos olvidados, verdades a media
luz, travesías inconclusas y años extraviados. El joven rasga la hoja, y le
levedad se vuelve eterna. Ideales y anhelos, muertos en un trémulo segundo.
Ideales y anhelos de juventud hoy
yacen olvidados y trémulos. Desgajados cruelmente por la vida, el tiempo y la
rutina.
El
joven, lejano, evoca antiguos momentos. Memorias sobre otras Tierras y Tiempos,
sobre axis en lejanos lugares y sobre jóvenes que anhelaban otro mundo forjar.
Querían
un mundo más solidario y equitativo. Entonces surcaron elevadas tierras,
lejanos templos, ilusorias realidades, mundos caducos, para forjar lo venidero,
lo superlativo, lo excelso.
Mas
el Tiempo todo desgasta o corrompe, y los que una vez fueron jóvenes envejecieron,
olvidando sus ideales, anhelos y travesías. Jóvenes caducos mas adultos
responsables.
Extraviaron
su alma y sus anhelos, rehusaron. Se olvidaron, y la vida los rehusó.
Ahora
sólo existen en la memoria de la Tierra. Una miríada de olvidados sin destino
definido.
–
No es viable este sendero. Muchas tristezas e incomprensiones. Prefiero surcar
el sendero intermedio, el que todo olvida o relega.
–
Estoy viejo y ya no me interesan los juegos de juventud. Por muchos años he
surcado sendas que no me ha llevado a ningún lugar. ¡Basta ya! Debo madurar,
obtener un título y mantener una familia.
–
Es solitario este sendero. Los míos me desconocen. Creen que me domina la
locura y que la realidad se me escapa. Piensan que soy ferviente seguidor de dogmas
vacíos y caducas doctrinas. Detesto la soledad, porque me atrapa y desgaja sin
piedad. Regresaré a los míos, y así olvidaré este aciago destino.
–
Por mucho tiempo creí en la existencia de elevados y enigmáticos Señores que
todas las Tierras expresan. Mas, luego de una ardua reflexión, llegué a la
triste conclusión que simplemente no existen. Mis anhelos, mis falencias, mis
expectativas gestaron historias y fabulas incompletas. Cuento infantil que gestó
mi mente febril para vivir una existencia menos mediocre y más llevadera.
–
Sin verdades ciertas y sin anhelos verdaderos, solamente la muerte acompaña mi
aciago destierro. Prefiero dejar esta maldita existencia y surcar el sendero de
los que se han ido.
El
joven, lejano, evoca a los que se fueron, a los que otros rumbos siguieron.
–
Proseguiré el sendero aunque mi existencia extravíe. Mi esencia es de un
soñador, que teje anhelos e ilusiones en pro de un mundo mejor. Continuaré mi
travesía hasta que la muerte reclame mis huesos, hasta que los momentos se
vuelvan atardeceres.”
Y vosotros, ¿qué rumbo seguiréis?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario