Sitio señalado para expresar la voz de los Señores Antiguos, cuya sede se encuentra en Arica-Chile.

viernes, 18 de enero de 2013

Melancolía p. VII

Arica – Chile                                                                                                                                                              31/07/11

Oscuro silencio, levedad de los segundos, y lejos aquello que se difumina en lentitud.

Un vaso vacío, hojas y escritos por doquier, vahos de alegría y tristeza envuelven aquella estancia.

Se acuerda de todos aquellos que cruzaron a las otras tierras, se acuerda de todos aquellos que surcaron las otras coexistencias.

Toma el bolígrafo, elige un hoja del montón, respira lento, pausado, como si quisiera detener el tiempo, e invoca a aquellos que tanto anhela.

Vibra la estancia, viento leve desordena su alma, y un extraño silencio le trae la voz de otras tierras. Relaja la mano. Abre los ojos, y contempla más allá de lo evidente.

Y más allá de aquel vaso vacío, fulgores se asoman y ocultan. Y más allá de aquellas hojas y escritos, un extenso desierto se extiende. Y más allá de su alma, ignotos y arcanos mares desfallecen.

Suelta el bolígrafo, y la gris y ocre arena lo extravía. Suspira, y lento cruza aquella estancia que la separa de lo que tanto anhela.

Atrás queda la estancia, y todo aquello que la limita y olvida, y es otra y algo más.

A lo lejos aguas y tierras demarcan un extenso territorio sin límites ni fronteras. A lo lejos se trazan leyendas y almas se olvidan.

Mientras surca la senda, a su alma regresan recuerdos que creía extraviados.

Y su triste niñez vuelve. Y recuerda el primer contacto con los Señores Antiguos, y la mofa de su clase cuando aquel evento les narró.

Y su desolada adultez regresa Y recuerda su primer fracaso matrimonial, y las duras palabras de su marido: «Los amas más a ellos que a mí.»

Y su vida actual regresa. Y recuerda a su única hija que la insta a visitar al psiquiatra, para que olvide aquellos Señores y sus letanías, las cuales se extravían en senderos de escritos gastados.

Y se pregunta por qué, por qué ella y no otra persona, por qué el silencio de algunos y la indiferencia de otros.

Tiene la certeza de que aquellos Señores existen, aunque sólo susurros y reflejos su alma devele.

Sin embargo, tiene la convicción que en aquel lugar todo se aclarará. Allá todo concluirá y comenzará.

Y lo lejano se vuelve próximo, y lo que anhela se expresa.

Y aquellos Señores se extienden, y su voz es extenso vendaval. Son como los imaginó, y algo más.

Llora y se alegra, y a los lejos aquellos Señores se extienden y retraen. Y adquieren otros matices, otras voces y otras formas. Y son extensos y luego leves. Y son muchos y luego ninguno.

– ¿Por qué me eligieron? – pregunta con una voz que no es su voz.

Y miles de voces responden su pregunta: «No es una elección. Es un destino y una misión.»

Se arrodilla. Besa la arena, y agradece aquella revelación. Y miles de trazos y sombras le devuelven la venia, y escucha que aquello no es necesario.

Volver le insta el viento. Volver le ruegan aquellos Señores. Y vuelve tras sus huellas. Y lejos muebles, paredes y escritos se tornan verdaderos.

Ya tiene la certeza, aunque lo presentía. Su vida es la expresión de una misión. Y tristezas, soledades y temores se olvidarán, para dar paso a una vida más verdadera y extensa.

Toquepala ya os anhela en la lejanía, y pronto diremos más.

Y más allá de Finis Terrae un axis susurra. Anheladlo antes que lo olvidéis o antes que os olvide. Aquel axis os revelará lo que habéis sido antes de este tiempo.

Sin más deciros, J 25 A.

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