Iquique– Chile 10/02/25
“Lot en la aviesa estela, trazos en el laxo horizonte, tristeza queda, hondas aflicciones y extensos anhelos, hiel en la veta oculta, soledad en la ocre savia, voz en la múltiple avenida e historias que vuelven y vuelven. Lot en la cifra exacta, en el tiempo lastimero, en la horca torcida, en la oscura higuera. No explica lo inexplicable, lo que la llama oculta, la savia lacera y el tiempo ajusta. La Muerte es justa, hosca y austera. No explica lo evidente, lo que el alma entiende. En el hondo sigilo, en las inexorables tierras, en las avenidas torcidas, en los valles quebrados, la Muerte existe y se explica. Lot en extenso terreno, en honda meditación, en zafia hazaña, en tenso éxodo, en lejana explanada, contempla la llegada de los Heraldos de la Muerte.
Micelio en la huella silente, vetas y venas en la honda quietud, tristeza en la tosca tierra, luz húmeda en el eterno crisol, quebrada clepsidra, tinieblas en la existencia y vahos que trazan o traman exilios u omisiones. Heraldos que ajustan o explican los anhelos de la Muerte. Evidentes en los tóxicos vientos, en las tenues tierras, en las vacías huesas, en las hondas tinieblas, en las solitarias avenidas. Hiel y cal en la savia oculta, en la voz de los Heraldos, en el intangible verso, en la luz trémula, en el villano que a Job tuerce. Mitad tejido, extensa e imbricada telaraña, turbia e inquieta estela y vahos que traman informes figuras. Queda voz que tienta o extravía, que atrapa o extiende, que quiebra o pliega. Lot en la silueta de Job, y Job en el temible tirano.
Heraldos en las limitadas tierras, en las hondas quebradas, en las aviesas tinieblas, en las convulsas vertientes, en los tóxicos vientos. Flama en el equidistante templo, tablas y tablas, vetas y venas torcidas, endeble estructura, hiel en copal, óxido en la hondo llanto, estelas de hojarasca y cinabrio, y alwes atrapadas en un tiempo alterno. Belial en la hermética estancia, inconclusas travesías, corruptas historias y aviesas leyendas, luz exangüe que vitaliza la Huida de los Exiliados. Heraldos en la trama oculta, en la tinta telúrica, en la intensa llama, en la tenue existencia, en la voz queda, en la honda tristeza, en la medianoche justa.”
Lot explica la trama de Tobías, y Tobías se explica en la tosca tierra.
“– ¿Qué ves, hija mía?
– Veo una lid interminable y letras en llamas que explican: «No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, dijo el Señor de los ejércitos.»
Heraldos existen en la latitud que visitáis. Llamadlos. Lot cerca de Iquique y Job en la invisible vera. No hay tinieblas si la luz os lleva. No hay travesías si los anhelos flaquean. No existe un tiempo justo si el sextante se olvida.
“– Somos los Heraldos de la Muerte, y que la Muerte se haga presente.”
Sin más deciros, J 25 A.
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