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martes, 1 de noviembre de 2022

Medianoche p. II

Arica – Chile                                                                                                                                                              31/10/22

Mirada esquiva, talle perfecto, trazo en la extensa oscuridad, candela y vestido, vestigio y silueta, que, lentamente, baja la interminable escalinata. Música, inquieta boquilla, evasión y anhelos, extraviada milicia y olvidada contienda. Mujer que se limita en la amplia y atestada mansión. Misterio y tradiciones, leyendas e historias, velo extenso, torcida levedad, inquietante mitin y exiliadas almas. Equinoccio indicado, veta telúrica, en la taciturna mansión. Fecha que testifica la vasta e inexorable conjunción. En los ocultos territorios, en los entresijos existenciales, en la extensa oscuridad, los Extraviados trazan travesías y traiciones.

Mascarada, inquietantes lienzos, monolíticas estatuas, torcido acervo, vaho y copal, trazos abstrusos e interminables estrías. Mujer, silente, se explica en la cautiva medianoche. Mirada intensa que subyuga y cautiva. Fragua que trasciende la hiel oculta. Crisol en la corrupta semilla, envuelta en extravíos y anhelos, que se explaya en la existencia quebrada.

Militantes, herejes tejedores, torcidos hombres que invocan lo innombrable, lo que existe en los vértices invisibles. Faz lejana, obtusa, trapezoidal, cinabrio y obsidiana, hiel tras miel, infinita y oculta, que vela y extravía. Estructura atrapada en los infinitos y extensos vértices existenciales. Múltiple que existe en las extraviadas tierras, que transita otros horizontes inversos, que expropia elevadas y excelsas visiones. Eclesiástico 16:7, Enoc en la travesía infinita, cadena y fusta, hostilidad y esclavitud.

Maese que es voz y tinieblas, tinte y tortura, trazo y lienzo, explica la savia que los mueve. Milenios en la cifra del momento, trazo en la tinta, clepsidra en las inacabadas obras. Misión que conjura la vuelta de los Caídos. En los torcidos escritos, en las insinuaciones a trastienda, en las húmedas veredas, en las interminables encrucijadas, el valor que se explica, ciega. 21:1 es la cifra exacta, que clama la extinción de la vilipendiada humanidad. Mundo evidente que es evidente, si el mediano hombre se exilia.

Mujer, tejedora infiltrada, voz tras la voz, oculta alwe, velada candela, trazo múltiple, existencia excelsa, en la extensión de la curva obsidiana, se vuelve verdadera. Mirada otra, alwe otra, otro trazo y otras convicciones. Medio imprescindible, veta y venia, oculta misión en las tierras que menguan.

 – Niñatos creyendo ser adultos.

Mujer que es otro, luz en la obsidiana, alwe que evade la hiel conjugada. Convulsión, tormento y soledad; y el infiltrado vuelve a su eje.

El oculto valor, extendido en otro verso, lento, se despereza. Mirada intensa, ocre en copal, velo y existencia, se sitúa frente al espejo.

– Me infiltraré ahora en la Orden de los Nueve Vértices.

Mirada esquiva, solitaria, que viste un enclenque y encorvado abogado. Múltiple, tejedor y juez, que cautiva y exilia a valores corruptos o extraviados.

El Fatuo, existencia aviesa, se explaya en la soledad de Humberstone, con la intención de evocar otro 21:1.

Sin más deciros, J 25 A.

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