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viernes, 25 de diciembre de 2020

Absentia p. I

Arica – Chile                                                                                                                                                              22/12/20

Tarde gris, levedad incomprensible, tranquilidad extensa y gastados senderos. En las fronteras de un anhelo, el zorro gris busca la senda de un infinito recuerdo. Ni la levedad de los Tiempos gastados, ni los senderos que se extravían, ni las Tierras que se olvidan, su misión impedirán.

El gris fulgor, silueta sagaz, observa la desértica extensión. Infinita soledad, ocre reflejo, historias de salitre y ciudades muertas. El zorro gris, leyenda del pasado, el trágico ayer todavía evoca.

Levedad que calcina, viento que desgarra y una ciudad abandonada que rehúsa fenecer. Factorías oxidadas, tuberías rotas, cables dañados, pozos secos y caserones derruidos. Un desfile de almas que anhelan tiempos mejores. Uno que otro grafiti en el teatro que mengua. Tantas historias olvidadas. Tantas almas dormidas. Tantas sendas atrapadas en el ayer. Tantos momentos cristalizados en sal. Muchas verdades y sendas que se extravían en el vasto e inclemente desierto.

El joven, luego de arduo trabajo, observa el vasto firmamento. La tristeza es más extensa si la soledad la expresa. Lejos, muy lejos, casi en las fronteras del exilio, aguarda su familia. Pocos bienes y una heredad ajena, lo obligaron a una quebrada despedida. El salitre invoca y extravía. Para sobrevivir las almas se olvidan o prostituyen.

Fulgor lejano, viento salobre, una silueta sagaz que sigilosa se desliza. En la inmensidad de la noche, un fulgor se extiende y aleja. Quizá un espejismo, tal vez un alma descarnada o simplemente un anhelo extraviado.

El joven, inquieto quizá, luego de un cigarrillo, vuelve a su hogar. La soledad a veces juega malas pasadas si se cobija en la tristeza. Mas siempre es atisbo de algo que existe en lo intangible.

El gris fulgor lo detiene. Pupilas de fuego, jadeo de viento, silueta gris y leve. Mundos que convergen, verdades que se atrapan, segundos que se vuelven eternos y miradas que se entrelazan.

– Escuchadme. Dejad esta Tierra. La calamidad es luego. Dejad vuestros anhelos y ambiciones. Regresad a vuestra tierra antes que el olvido se extienda. Pronto todo se volverá tristeza y algo más. Dejadlo todo. Id lejos, tan lejos, que ni la tristeza os encuentre. Partid hoy mas no mañana.

Palabras que el viento traza, que la soledad articula y que la tristeza extiende. Gris zorro que expresa los designios de la Tierra.

– ¡Es imposible! ¿Qué treta me juega el maquiavélico destino?

– Miradme; y sabréis que mis palabras destilan verdad.

Mirada que se divide, fulgor que se desliga, alma que se vuelve extensa. Un zorro gris y algo más. Infinita sabiduría que se vierte en el solitario y calcinado desierto. Quizá un hechizo, tal vez una bioarte excelsa o simplemente, un juego de luces y sombras que la soledad despliega.

El joven, luego del extraño encuentro, coge el morral y abandona la ciudad dormida. 1868 se marca en el calendario. Destino sin fin, mas que prevalece en todos los momentos.

El gris zorro esboza una leve sonrisa. El Tiempo juega y teje momentos. Ninguno es igual, tal vez similar. El zorro gris se vuelve gris fulgor, que el viento salino dispersa y olvida. No surge al azar, pues la Tierra lo designa si es menester y cometido.

Tomad siempre en cuenta lo que el zorro del viento relate. No olvidad que la sabiduría se expresa en todas las criaturas de la Tierra.

Sin más deciros, J 25 A. 


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