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viernes, 29 de enero de 2016

Otras Memorias p. III

Arica – Chile                                                                                                                                                              28/11/15
  
Apartados, lejanos tal vez, silenciosos quizá, permanecen los Señores. Inmersos en Tiempos y Tierras tangenciales, anhelan, esperan y trazan lo venidero.

Impulsan e instruyen a todos los que siguen la senda de la Sanidad, asistiéndolos en hospitales, lazaretos y leprosorios. Protegen y sanan a todos sin distinción y sin esperar nada a cambio. Son la luz que ilumina el sendero de los desamparados.

Los llaman de varias maneras, según su nivel de expresión: Los que Tejen y Destejen las Almas, los Ángeles de la Sanación, Luces Informes, los Anhelos que llegan de lo Alto y más.

El hábito no hace al monje mas sí lo oculta. La luz muerta se curva por sus designios. Los vastos senderos se extienden sin impedimento. Existen inmersos en Tierras y Tiempos tangenciales, instruyendo a los que anhelan. Mas no sirve anhelar solamente, es necesario merecer su cobijo.

Europa, 1905. El monje investiga y se instruye. Presiente la verdad. Pronto sabrá quiénes erigieron el antiguo Monasterio.

Sudamérica, 1925. La mujer medita y analiza. Determina que lo verdadero yace en la entrega a los demás, en expresar lo que proviene del alma.

Europa, 1945. El joven medita y se lamenta. Piensa que quizá en algún momento encuentre el sendero de los que partieron.

1905 traza Sanidad. 1925 redacta Perseverancia. 1945 narra Redención.

Un monje explica Sanidad. Una mujer necesita Perseverancia. Un militar extraviado implora Redención. Esperan y anhelan en sus Tierras, Tiempos y Memorias. Situaos en el Tiempo que Confluye, para expandirlos, para anhelarlos, para su (R)evolución.

Sed sanadores. Es menester y así lo haréis. Sanad las aguas, los vientos y las tierras. Sanad almas que se encuentren perdidas o solitarias. Tejed y destejed almas torcidas, temblorosas o airadas. Volved a vuestros orígenes y Tiempos para que develéis algo y más.

Marchito, inmerso en su alma, agónico, el anciano aguarda. El Tejedor de Almas se aproxima, lento, pero a paso seguro.

– Decidme, buen hombre, ¿qué anheláis?

– Quiero olvidar mis males de una vez por todas. Estoy harto de mi mísera vida. Quiero morir dignamente. No quiero seguir atado eternamente a una maquina. Dadme lo que anhelo.

– ¿Vita o Morte?

– Morte y no más.

– Son lo mismo. Descansa, y ya no habrá más espera.

Id al Lazareto y hallaréis una memoria, un anhelo o una llamada para que Vita o Morte sean manifiestas.

La verdad se halla en mis manos. Una traza la vida, la otra traza la muerte. Soy un Tejedor de Almas que expresa lo que su alma consiente.

Entrelazo Vita y Morte, y lo infinito se manifiesta. Tau me recuerda un Tiempo. Sin embargo, un lazo se vuelve ∞ si así lo deseo.

Id a un Tiempo y al Lazareto, para proseguir la travesía que os llevará a una árida tierra y a una antigua casona.

Sin más deciros, J 25 A.


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