Arica – Chile 26/02/12
El faro de Finis Terrae otra tierra
vigila y limita. Así la verdad se evidencia y expresa a través de líneas
torcidas.
“Desierta
ciudad, tristeza extrema, vidas rasgadas y una verdad que se extravía en la lejanía.
Avanza,
lentamente. Se aproxima la oscuridad. Es tiempo para proseguir o agonizar.
Insta
a los menores a avanzar rápidamente, olvidando sus suplicas. No existe tiempo
para la tristeza ni lugar para las quejas.
–
Hermano mayor, mis zapatos están gastados – se queja el más pequeño –. Tengo
sed y hambre. Estamos todos agotados y…
–
¡No hay tiempo para quejas! ¡Avancen!
Es
un grupo dispar: son tres varones, cuatro mujeres y un perro gris.
Hermanos
sin parentesco, sin religión, sin nacionalidad, sin prejuicios, que anhelan un refugio
y algo de alivio.
La
oscuridad avanza. Necesitan un refugio. Al extenderse la noche y el silencio,
otros las vastas tierras surcan, otros las torcidas tierras recuerdan.
Alza
a la más pequeña, y la posa sobre sus hombros. El perro gris ladra, temeroso.
–
¡Avancen, hermanos! Se aproximan los Otros. Apúrense, por favor. Tú, apresúrate.
Avanza rápido. Deja tu mochila. Mañana la recogemos.
Ingresan
a una maltrecha vivienda. Cierran puertas y ventanas. Se arrodillan. Respiran
lento, muy lento. Rezan, y vuelven a rezar.
Rezos
que quizá a aquellos Seres extravíen o mengüen.
El
perro gris ladra, temeroso. La más pequeña intenta tranquilizarlo. Lo abraza con
ternura. Sin embargo, arranca de su lado. Se levanta, rauda, y va a buscarlo.
–
¡No lo hagas! ¡No lo hagas, hermana!
Mas
su voz se extravía en aquel sitio.
Y
aquellas Sombras tenues ingresan, atraídas por los gritos y ladridos.
La
pequeña y el perro gris se paralizan. Él se acerca y los abraza.
–
Guarden silencio, por favor.
–
Fue un error regresar a este lugar. Es su territorio. Acá viven de sus
recuerdos y tristezas.
Una
Sombra se extiende y se vuelve algo menos tenue.
–
¿Quién eres? ¿Qué haces en nuestra ciudad? – la Sombra pregunta.
–
Aquí vivíamos antes de la guerra. Hemos vuelto por algo de alimento y cobijo.
–
¡No estás solo! – la Sombra se agita, contrariada.
–
Son mis hermanos, y aquel perro gris es nuestro guardián.
–
Esta tierra nos les pertenece. Son unos usurpadores. Son tristes almas que
vagan extraviadas, anhelando vida, verdad y cobijo.
–
¡Ustedes se han extraviado! ¡Ustedes han invadido nuestro mundo! ¡Ustedes han asolado
nuestra vida!
–
Han muerto hace mucho, hace milenios. Esta tierra ya no es suya. Entiéndanlo.
La
Sombra se alza amenazante. Se vuelve más extensa y menos pacífica.
–
¡Déjennos en paz, almas errantes!
Amanece.
Una luz tenue inunda la escena. Tiembla aquella Sombra. Y el perro gris salta y
ladra.
Ha
vuelto la tranquilidad. Están sanos y salvos, mas extraviados en aquella ciudad
gastada.
Las
Sombras se olvidan, y queda solamente un vaho gris.
Lejos,
entre tierra y horizonte, se alzan siete gastadas losas, que pertenecen a aquellos
que murieron en la anterior guerra.
El
hombre despierta, temeroso. Medita un rato. Se incorpora, y acaricia a su
compañera.
–
¿Otra vez la misma pesadilla? – pregunta la mujer.
–
Sí, amor. Otra vez la misma pesadilla. Sí, la misma pesadilla y los mismos
niños. Aquellos niños que murieron en la anterior guerra.
–
Ve a un especialista. No es normal lo que te sucede. Has tenido aquella
pesadilla por mucho tiempo. Algo marcha mal. Ve a un especialista. Hazme caso,
por favor.
–
Amor, recuerdo que decía algo como: «Han muerto hace mucho, hace milenios. Esta tierra ya no
es suya.»
Un
perro gris surca otra tierra y otro Tiempo anhelando a aquellos que ha
extraviado.
Lejos,
entre tierra y horizonte, los ejércitos marchan, alegres o temerosos, a la
guerra.”
Lo verdadero no es virtual, ni lo
virtual es verdadero. Sin embargo, ¿cuál es la oposición o similitud? Analizad este
escrito, y descubriréis la verdad.
Seguid, y esperad lo venidero
mientras el Teseracto se rearma.
Sin más deciros, J 25 A.
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