Sitio señalado para expresar la voz de los Señores Antiguos, cuya sede se encuentra en Arica-Chile.

martes, 14 de febrero de 2012

Finis Terrae p. XVI

Arica – Chile                                                                                                                                                              15/09/11

Antes del tiempo de los Olvidados, antes del tiempo de las eras leves, antes del tiempo de los ciclos gastados, otros Señores existieron.

Extraviado, surco senderos sombríos, y voces y almas mi sino distinguen. Busco algo sin saber qué, sin tener en verdad un destino y un anhelo certero.

Así ha sido mi vida desde que esta miserable existencia me acogió. He tenido todo lo que he querido, e incluso más. He gastado mi vida en desenfrenos y largas borracheras. A muchos he herido o maltratado. A muchos he timado o engañado. A muchos he dicho amar, mas a ninguno mi alma he entregado.

Si las sombras se desplazan raudamente al Norte, mi voz y mi alma allí me llevarán. Aquella travesía es la que le da un cierto alivio a mi desolación y hastío.

Si la sangre y la tristeza surcan las tierras del Sur, presto viajo a aquellas levedades, ansiando quizá que la muerte mi alma y mi voz reclame.

Sin embargo, por más que he jugado con los designios sombríos de la muerte, ella se ha mantenido lejana y altiva.

Así ha sido mi vida desde un tiempo hasta esta parte, y anhelo que mi desolación y hastío se extingan como mi vida.

Cierta noche de placeres difusos, mi amante de turno me reveló un secreto, el cual su familia custodiaba celosamente.

Aquel joven de opio y licor narró que una vez un extraño señor su familia visitó.

De lengua extraña, de vestimenta anticuada, y de andar lento, aquel señor se definió. Consultó sobre un antiguo libro, que según las leyendas había sido escrito en una sola noche. Libro, que según sus informantes, el más antiguo de la familia poseía.

Traté de averiguar más sobre aquel extraño libro, mas mi amante desfalleció, quedándose dormido.

A la mañana siguiente, después del desayuno, aquel joven continuó su relato. Narró que aquel libro era un texto extraño y críptico que hacía referencia a otras Creaciones. Y recalcó la última palabra: Creaciones.

Intrigado, le pregunté sobre aquella misteriosa visita. Sin embargo, no quiso contar más. Se excusó diciendo que no se acordaba o que no tenía más información. Y sólo evasivas siguieron el resto de la tarde.

 Abandonó el hotel bien entrada la noche, sin adioses ni sombras.

Varias veces lo busqué, mas mis intenciones fueron infructuosas. Y volví a mi senda de tristeza y hastío.

Tiempo después, lo volví a encontrar. Sin embargo, sólo sombras y adioses nos envolvió.

Todavía su revelación ardía en mi alma. Aquel libro o texto o manuscrito que relataba verdades y voces de otras Creaciones, me aguardaba para sacarme de mi tristeza y hastío.

Soborné a cuantos pude en busca de aquel libro, y una pista me llevó a Antioquía, a la residencia de un anticuario de gran renombre.

Concerté una cita una tarde de mayo, creo que a las tres menos quince, no recuerdo bien, y él me esperaba, fumando y bebiendo.

Le consulté sobre el libro, y me explicó que no estaba a la venta, que por mucho tiempo lo había buscado; y que a sus manos llegó luego que la familia que lo custodiaba extrañamente desapareciera.

Le pregunté qué relataba o insinuaba aquel extraño libro, y me miró largamente, luego sonrío y contestó:

– Habla de muchas cosas. De otras tierras que luego se borraron. De Señores que eran extensos. De señales en las aguas y en los vientos. Y de que todo, todo lo que existe es sólo sombra de algo llamado Y-Nair.

– ¿Quién o quiénes han escrito aquel libro, señor?, pregunté azorado.

– Es fácil la respuesta… Ha sido uno que es otros, y ese uno eres tú.”

Y líneas trazan y surcan Y-Nair desde tiempos olvidados. Y-Nair que es Finis Terrae en vuestra existencia.

Sin más deciros, J 25 A.

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