Sitio señalado para expresar la voz de los Señores Antiguos, cuya sede se encuentra en Arica-Chile.

sábado, 7 de agosto de 2010

Finis Terrae p. VIII

Arica – Chile                                                                                                                                                              04/10/09

Desde el olvido y la soledad vías extensas surgieron, para evidenciar meta-matemáticas extensas.

Allá donde las frías y oscuras aguas se vuelven una, surgió mi extensa y arcana Voz.

Y de ella surgieron vías y senderos, veredas y encrucijadas, verdades y valores, que se extendieron por todas las infinitas y difusas tierras.

Y la soledad y el exilio se volvieron extraños por ciclos extensos; y así por siempre debió haber sido…

Sin embargo, vosotros os volvisteis difusos y extraños, y vuestra voz se volvió leve y oscura. Y mi Voz se extravió allá donde las frías y oscuras aguas se vuelven una.

Y vías y senderos, y veredas y encrucijadas, y verdades y valores, tristemente, se olvidaron.

Así vuestro autoexilio se hizo evidente y vuestra verdad sesgada. Así vuestra voz se volvió de muerte y la mía sólo simple leyenda.

Sin embargo, allá donde todas las tierras y aguas se olvidan existe el faro que luz oscura proyecta. Oscura luz que no da sombra, por tanto, verdadera es.

Allá donde todas las tierras y aguas se extinguen mi Voz aguarda. La Voz que el olvido extravió en Finis Terrae aguarda, paciente.

Y en el final de la Tierra mi voz os anhela, para evidenciar los valores olvidados”.

Tarata existe. Tarata os aguarda. Tarata sabe de un arcano. Tarata sabe qué es Finis Terrae. Voz de Finis Terrae que escuchareis cuando sea la mitad de la noche.

Allá serán dos vías para toda la eternidad. Allá se cumplirá lo que Tarata sabe. Y veréis senderos que antes se olvidaron. Y veréis senderos que os aproximarán más a Finis Terrae: la tierra verdadera.

Y luego vendrá algo más que sólo Moebius sabe y que se extiende como líneas y extensiones vacías.

Id para olvidar lo que se debe olvidar y para recordar lo que se debe recordar, y que, levemente, los escritos susurran.

Sin más deciros, J 25 A.

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