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domingo, 17 de enero de 2021

In Memoriam p. II

Arica – Chile                                                                                                                                                              12/01/21

Ella, solitaria y extensa, observa queda la levedad del silencio. Trazos tejen y destejen leyendas en Tiempos espaciados. Un fulgor traza un atisbo en sendas extraviadas. Encrucijada que forja anhelos suspendidos en copal. Ligero éxtasis en el devenir de los momentos. Efigie que destila sangre en la inmensidad de los Tiempos. Mujer, hombre y algo más. Levedad de alma que se explaya en otras almas lejanas. Multiplicidad en la unidad. Legajo de vidas en el resumen de un alma. Muchas y muchos, y mucho más.

Féretro de caoba, hojarasca y melaza, alondra y exilio, y una historia que rehúsa el olvido. Ligera, leve, igual que grácil libélula, se extiende, silenciosa, en la lastimera despedida. Mujer atrapada en la oscuridad de un momento, ligera en anhelos y extensa en tragedias. Quiso una casa en la solitaria colina. Quiso muchos hijos y gran descendencia. Quiso una buena vida sin tristezas ni extravíos. Mas los anhelos se ahogan si los designios se tergiversan. Estéril, igual que yermo y vasto desierto. Muerta en vida, lejana de anhelos, tristeza en la soledad, oscuridad en las sendas de la húmeda Tierra.

Madera tras madera, clavo tras clavo, se olvida de la vida y vuelve al silencio primordial. Libélula y hojarasca. Tristeza en la travesía. La muerte todo, todo lo olvida.

La villa sitiada. Cadáveres a diestra y siniestra. Hambruna y desolación. 1678 no se olvida y desespera. Un ideal quebrado, una verdad que se expresa, una tristeza que no aguarda, un lema que no convence.

El joven anhela el pasado. Existencia tranquila, ajena y difusa. Una vida labrando la tierra bajo el gris firmamento. Mas ahora un simple hombre que entierra a sus muertos. La hoz manchada de sangre y la muerte que aguarda en la semilla. Gélido viento le recuerda que no habrá tranquilidad ni consuelo mientras exista la guerra.

No recuerda la fecha de su muerte, solamente la soledad de un instante. Trazo de fulgor que se desvanece en una silente mañana.

Horizonte extenso, violeta y jazmín, ligera tristeza e inquieta soledad. La golondrina observa la tenue y difusa extensión. En el hastío de un momento, abandona la soledad y las húmedas Tierras. Lejos, muy lejos la anhelan. Muchas tierras, otros senderos, muchos momentos y algunas aflicciones. Un arco extendido al infinito, que teje anhelos primigenios en busca de sentido y cometido.

La golondrina, trazo de lapislázuli y obsidiana, atrás deja la tristeza y las verdades ajadas. Una flecha colgada en la inmensidad del firmamento, que traza travesías en el silencio del mañana.

Ella, solitaria y extensa, contempla queda otras almas e historias. Mujer a la deriva, joven en una guerra fratricida, golondrina que huye del invierno. Reflejo de almas enlazadas. Memoria de la Tierra que su alma cifra. Es, y mucho más. Muchas almas atadas a sus designios y leyendas. Historias que invoca si la soledad la agobia. Entreactos que se gestan en su alma si la misión olvida. Idioma que se expresa en su alma plena. Linaje de sangre y leyenda que limita senderos y encrucijadas.

– ¿Estás meditando?

– No, alma mía; solamente invoco a mis Ancestros.

Recordad vuestros lazos antiguos, y hallaréis la verdad que aguarda a la vera del sendero.

Sin más deciros, J 25 A.

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