Sombras difusas a lo lejos y voces silenciosas próximas, y una extensa verdad se gesta, lentamente.
Verdad de aquel Señor que se extravía entre vagones desvencijados, fotografías desgastadas y vías olvidadas.
Él sabe que es tiempo de volver a aquella tierra y que es menester alcanzar las metas, trazadas cuando las rutas y las existencias breves y extensas eran.
Volverá a aquellas tierras que no devela. Volverá a trazar signos y señales allá en lo lejano.
Sin embargo, se señala un valor y explica una verdad en aquella fotografía difusa y extraviada. Analizad este arcano y descubriréis otros senderos.
Lejos, muy lejos de aquí vibra aquel Señor liberado aquella tarde de vías y eras cruzadas. Ahora se extiende en otras aguas, que jamás nadie ha desentrañado.
Tal como Solaris aquel Señor ahora es. Así que es imposible develar su alma y limitar su existencia. Verdad que ahora es extraña y lejana a la vuestra.
Jamás sabréis todo lo que habéis realizado. Sin embargo, no debiera importaros ya que lo verdaderamente valedero es la certeza de tarea realizada.
Otras rutas se han extendido y otras verdades se evidencian. Así otras metas se proyectan y otros valores se expresan.
Claves este escrito tiene, y que develar debéis. Verdades que se extravían en desiertos lejanos donde líneas y voces son líticos valores. Antiguas verdades que los tiempos venideros salvarán.
Valores que a un extraño y lejano Señor expresan y limitan, desde los tiempos de los Olvidados.
A aquel Señor encontrareis cuando viajéis a Ofragia, y olvidareis cuando sea el tiempo de las almas y de las rutas extraviadas.
Él en toda la extensión de la palabra os conoce. Sin embargo, ¿vosotros sabéis de quién hablamos?
Y Finis Terrae concluye y Mare Nostrum recién comienza, allá donde todas las almas se extravían y todas las verdades se encuentran.
Sin más deciros, J 25 A.
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