Arena húmeda, voz de agua leve, viento salino y luz tenue, es el sendero que transita el solitario y triste señor.
“Volveré al olvido y. al vacío. Volveré a las aguas y al eterno exilio. Así nadie sabrá que alguna vez existí.
Leve vida que del vació surgió, y que se extraviará allá donde las aguas se vuelven oscuras, donde los sueños se desvanecen y donde las voces se apagan.
He sido siempre un mediocre y un miserable. Señor de vida miserable y de sueños mediocres. Señor de vida mediocre y de sueños miserables.
Señor que nadie espera y que todos desprecian. Señor que el amor desdeña y el olvido anhela.
Solitario y triste, este extenso litoral cruzo. Arena húmeda, voz de agua leve, viento salino y luz tenue, limitan mi eterna tortura.
Y el agua leve se vuelve extensa, y mi destino determino en un segundo.
Sin voz y sin anhelos, me extravío en aquellas extensas y oscuras aguas. Y el vacío, y el olvido, lentamente, se extienden por mi levedad. Y mi alma desespera y mis sueños se desgajan.
Son leves y luego extensas, son extensas y luego leves. Son algo que sólo mi alma descifra y que todas las expresiones extravían.
Volver me ordenan. Volver es mi destino. Volver es mi misión. Surcar las leves y difusas tierras será mi anhelo, y así recordarán.
Recordarán todo aquello que una vez olvidaron: las aguas quietas, los vientos fríos, las tierras áridas y la voz de su descendencia.
Y los suyos y los desterrados retornarán a las oscuras y sombrías aguas. Así concluirán las leyendas y se extenderán verdaderas tierras.
Y mi voz es su Voz, y mi sentencia es su Sentencia, y mi levedad ahora susurra entre sueños y arena.”
Finis Terrae finaliza cuando Mare Nostrum comienza; y en Quillagua de octubre otro Señor se libera.
Sin más deciros, J 25 A.
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