“El viento gélido besa su rostro, el agua salobre baña su cuerpo y el clamor de muchas voces se escuchan en su alma.
Y
contempla tierras extensas y diversas donde sueños e ideales se vuelven
verdaderos, donde los arque(o)tipos trazan leves y extensas leyendas.
Y
surca las tierras con su Sentencia, llegando a territorios vedados y quizá
alguna vez olvidados.
Camina
lento y luego raudo. Camina raudo y luego lento. Susurra un poema, y los versos
se vuelven mariposas y luciérnagas.
Contempla
el firmamento, y es un mar extenso, donde los fulgores son aves de sangre y
fuego.
Y
escucha a lo lejos el susurro de las montañas dormidas. Tierras y glifos que
anhelan los tiempos que fueron, son y serán.
Y
surca el sendero que lo separa de lo que nunca ha sido, y árboles y serpientes
una venia le devuelven.
Es
verdadero en aquella tierra, donde todo lo que es verdad se vuelve evidente,
donde lo que nunca ha sido verdaderamente es.
Allá
es Señor y esclavo, luz y oscuridad, viento o desvelo, desvarío o sueño. Allá
existe por lo que en verdad es, y no por lo que otros definan.
Y
traza en la arena señales y signos, que luego se vuelven sombras y sentencias,
y el Olvido se vuelve olvido.
Y
así transcurren días, semanas, meses, años, milenios y eones; y en cada ciclo
una inédita existencia expresa. Él sabe que la sustancia y esencia de aquello
proviene de su propia existencia. Y si él se olvida, se olvidarán sus tierras.
Sin
embargo, aún anhela más, aún quiere extenderse más, pero sus sueños y sus desvaríos
son su límite y sentencia.
Sueños
y desvaríos que limitan su existencia y desgarran su verdad. Sin embargo, se
expresará extensamente e irá más allá de todo lo que ha trazado.
Contempla
los límites de la tierra, y la oscuridad se extiende. Cada esencia, alma o sentencia
muere.
Lentamente,
la oscuridad lo envuelve, y su Sueño se hace evidente.
Transcurre
un segundo, un minuto, una hora, un día y quizá mucho más; y lentamente,
retorna. Lentamente vuelve, y su mirar se extiende por el extenso firmamento.
Trata
de levantarse, y sus piernas no le responden. Y se percata que gruesas y
gastadas correas lo mantienen, inmovilizado, en una desarreglada cama.
Trata
de gritar. Sin embargo, su voz está muerta y vacías, sus palabras. Se inquieta,
cesan sus ataduras, y cae de aquella cama de hospital.
Escucha
el sonido de una tosca campana, el ruido sordo de una alarma, las voces quedas
y los pasos inquietos de quizá una o más personas.
Alguien
lo levanta. Seca el sudor de su frente. Le da a un sorbo de agua. Y con mucha
ternura le dice:
«Bienvenido
a la vida. Bienvenido, Elías»”.
Así también es San Lorenzo de Tarapacá:
un axis donde las almas se expresan y anhelan. Os habéis adentrado en aquellos difusos
límites. Sin embargo, solamente habéis surcado una levedad que separa a los
mundos.
Algún día apreciaréis toda su extensión
y verdad. Sin embargo, será cuando vuestra Sentencia en esta tierra caduque, y
se expresen todas las tierras que coexisten en esta tierra.
Sin embargo, algo de vosotros allá ha
quedado, y algo de esas tierras ahora circula en vuestras venas.
Seguid, siempre seguid, ya que es la
travesía la que os mantiene vivos.
Y más allá de Finis Terrae, levemente
un axis se expresa, y otros se vislumbran en la lejanía. Y los que se
olvidaron, retornarán cuando concluya Melancolía…
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