Sitio señalado para expresar la voz de los Señores Antiguos, cuya sede se encuentra en Arica-Chile.

viernes, 24 de febrero de 2012

Melancolía p. III

Arica – Chile                                                                                                                                                              27/06/11

Trazos grises en el extenso firmamento, tierras oscuras en la lejanía, y un acre sabor en mi boca.

Cruzo el sendero de sombras, y voces se escuchan a lo lejos. Me adentro más allá de la brisa y del tormento, más allá de las tumbas vacías y del bosque seco.

Contemplo las tierras devastadas, y mi alma se aflige por aquellos que se olvidaron. Toda la extensión es un mar de cenizas, de oscura sangre y de agrietados huesos.

Sólo la soledad por estas tierras olvidadas deambula, y sólo voces de almas desgarradas se escuchan.

Lejos, allá donde los vientos se vuelven sangre, una sombra de ébano y mármol se alza. Sí, recuerdo aquel lugar. Lo recuerdo como si el ayer fuera hoy, lo recuerdo nítidamente; y lágrimas resbalan por mi faz.

Cuando era niña aquel sitio visitaba, junto a mis atrevidos y rebeldes hermanos. Lugar que guardaba la sabiduría, verdad y nostalgia de otros tiempos. Tantas veces recorrí sus pasillos. Tantas veces hurgué sus anaqueles, en busca de libros extraviados y revistas gastadas.

Aún recuerdo aquellos libros que hacían más llevaderas mis tardes de soledad y tristeza: "El Principito", "De la Tierra a la Luna", "Mujercitas" y otros tantos más.

Entro, y mi alma se vuelve leve. Nada, no queda nada, absolutamente nada. Sólo cenizas y recuerdos flotan en esta amplia sala. Sólo tristeza y olvido los venideros libros relatarán.

Un graznido, luego el crujir de alas y un golpe sordo, me vuelven a la realidad. Y regreso a esta terrible y árida existencia.

No sé cuándo ni cómo comenzó todo, y creo que nunca lo sabré. Existen algunas teorías de lo que verdaderamente sucedió. Sin embargo, cual de todas más ilusas y sin fundamento.

Sólo sé que cierta mañana de febrero, cuando todo estaba en calma, aquel evento sucedió.

Regresaba a mi ciudad natal, cuando el firmamento cobrizo y grisáceo se volvió. Algunos gritaron, otros lloraron, y los menos se mantuvieron impasibles. Luego, todo fue oscuridad, dolor y un extenso vacío.

Todo se extravió en aguas, vientos y voces quedas, y a lo lejos un fulgor y un olvido.

Algunos quizá quieran saber cuándo aconteció aquel evento. No os dejaré en ascuas, os diré la fecha en la cual acontecerá: el 23 de febrero del 2033.

Abandono aquella triste sombra de ébano y mármol, que una vez cobijó mis ideales y anhelos, y vuelvo al sendero olvidado. Vuelvo al sendero que una y otra vez surco desde aquel fatídico día.

Me despido de mi ciudad, de mis recuerdos, de mi tristeza. Y observo que el lejano reloj de la iglesia sigue marcando la hora del adiós: las 18:30.

Sí, es verdad y tiene sentido: nadie ha sobrevivido…

Así se extenderán voces y tristezas en las venideras tierras, si se extravía vuestra verdad.

Y lo que está escrito se vuelve verdadero a menos que lo verdadero se vuelva escrito.

San Lorenzo de Tarapacá ya os anhela y ya os olvida. Dilucidad su verdad, la cual se oculta en este escrito torcido.

Y más allá de Finis Terrae su misión debe concluir, antes que los Vientos del Cambio sean más evidentes.

Sin más deciros, J 25 A.

No hay comentarios.: