Arica – Chile 19/09/12
Y la
verdad se vuelve evidente, y lo que ha sido regresa, y vuestro sendero se traza
según lo ya escrito.
“Anaqueles por doquier, retratos de antigua
data, manuscritos gastados sobre una oscura mesa y un silencio que señala un Tiempo
que ya ha pasado.
Está solo en la habitación, anhelando a aquel que sus preguntas
responderá. Ha llegado de su larga travesía, y pronto lo verá.
La puerta se abre sin ruido. Una luz se extiende. Se
aproxima una sombra larga y luego, sigilosa y breve. Lo abraza; y su alma se
estremece. Tiene la certeza que es uno de aquellos que surcan las sendas hacia
las otras Tierras.
– Hermano, el Santuario os esperaba. Perdonad mi
tardanza, pero otras Tierras requerían mi asistencia. Han pasado tres meses de
vuestra llegada. Sí, Michael. Sé de vuestra senda. Sé de vuestra misión. Preguntad
lo que queráis, lo que vuestra alma requiera. Mi misión es serviros, y heme
aquí para tal menester.
– Durante algún tiempo nuestra misión realizamos en solitario.
Llegamos a pensar que éramos los únicos en la senda hacia los Siete Rumbos. A
través de líneas torcidas, voces gastadas y textos extraviados notamos que
existían otros en la senda. Los Señores, a los cuales nuestra vida hemos
consagrado, varias veces nos señalaron que a otros similares hallaríamos.
– Ha sido así siempre. Los Señores procuran las sendas,
los medios y el Tiempo para que su verdad se haga evidente. Vuestra travesía es
nuestra verdad. Verdad que es señal de Servicio y Entrega.
– A veces, y han sido muchas, la soledad, la inseguridad
y la tristeza nuestra alma han rasgado sin consideración. Algunos hermanos, gastados
por la travesía y sin ninguna respuesta, el sendero dejaron; y así se volvieron
Elías.
– Uno es Elías hasta que se vuelve Ulises, y deja de ser
Ulises hasta que Nausicaä lo revela.
– Sí, señor, lo sé muy bien. A veces, el Ego prevalece y
nos desvía de la senda ya trazada. A veces, y es mi testimonio, la soledad nos
juega malas pasadas, volviéndonos amargados y severos con aquellos que juramos
servir.
– Es la verdad de esta existencia. Es señal que la
conclusión de un Ciclo se avecina Y ahora estáis aquí. Habéis vuelto a la senda
que trazasteis hace milenios. Alegraos, porque la conclusión de vuestra
travesía será pronto.
– Aunque sea así, sigo creyendo que todavía evadir las Existencias
me es negado. Me siento quebrado, inconcluso y algo leve. Tengo mucho que
estudiar y expresar. Ni en mil vidas alcanzaré la Evasión.
– Tenemos toda la vida para aquello, mi hermano. En el
Santuario el Tiempo se ha extraviado y la verdad es más evidente. Un momento en
vuestra tierra es un milenio en el Alma de los Señores. Seréis Señores sin edad,
sin nombre y sin Tiempo. Vuestra identidad y personalidad se
volverán vacías, igual que almas torcidas, y quizá se olviden para siempre. Si dejáis
el Santuario, volveréis al ahora y no más.
– Han vuelto a mí el alivio y la esperanza, Señor. Verdad
que pronto relataré a aquellos que son de mi Alma, y que aguardan, expectantes,
en mi habitación.
– No es necesario: ya lo saben. Ayer hablé con ellos,
aunque volví hoy.
El anciano se acerca, sostiene su mentón, y vuelve a
sentarse.
– Todo lo que hay en este despacho os pertenece. Usad lo
que vuestra alma requiera.
Se fija en los anaqueles, atestados de manuscritos y
libros antiguos. Siempre le ha gustado leer. Intenta ordenar y numerar los
textos, toca sus tapas, repasa sus páginas, lee algunos párrafos y se extravía
en la tinta.
– Ars
Mater y Ars Antiqua. ¿Aquellos
manuscritos de qué arte versan? ¿Quizá de música?
– No. Versan sobre la Vida y el Arte o el Arte de la Vida. Versan
sobre la Vida que se expresa en las Almas, y sobre el valor secreto que cada Sentencia
tiene. En breves palabras, versan sobre aquellas Artes que todo Valor expresa
para lograr la Seidad.
– ¿Aquel extraño artilugio metálico, que semeja engranajes
inmersos en otros engranajes?
– Es un heptámetro antiguo. Este mecanismo lo expresó una
Señor de otro Tiempo, que algunos llamaron Hipatia. Sin embargo, la verdadera
identidad de aquella mujer se ha perdido en el Tiempo. Sí, explicaré para qué
sirve: señala los Siete Rumbos que vuestra Alma ha de surcar para alcanzar la Conversión.
Es similar a vuestro sistema de tetraedros enlazados, que Elías precipitó y trazó
tiempo atrás.
– ¿Y aquel planisferio triangular que señala tierras que
desconozco? El que está allá. Sí, el mismo.
– Son Tierras que están más allá. Tierras que están
alejadas de nuestra verdad y Tiempo. Tierras que hemos surcado siempre.
El anciano toma un leve respiro, y continúa.
– No soy el que veis. Mi verdad es otra, y mi alma surca otras Tierras. También sois otro,
Michael. Vuestra verdad se extiende más allá de esta Tierra. Sólo nos separa un
ángulo de Evasión y un grado de Tiempo. Todavía no tenéis esta certeza. No sabéis
todavía quién es más verdadero.
– Vamos, Michael. Los otros aguardan, impacientes. Luego
continuará nuestra charla. Seguir es nuestro sino, porque aquello nos da la
vida.
Aquellos que son de su Alma lo aguardan, y les comenta lo
sucedido.
– Así es y así será – señala Andrés –. Aquel que te habló…
Es aquel que serás en un siglo más.”
Aquellas
que surcarán las aguas del Ayer, invocarán a los Señores de las Vastas Aguas,
para que se evidencie un 21:1 y algo más.
Detrás de
aquella iglesia gastada, en la cual mueren suplicas por mejores tiempos,
vuestra verdad se expresará.
A lo
lejos veréis aquella iglesia olvidada, que el crepúsculo desvanecerá. Allá
sabréis que vuestro derrotero se ha escrito en el ayer, cuando vuestras almas surcaban
las Vastas Aguas.
Aquel
que no pertenece a la Segunda Alma, verá en la lejanía un lugar en el cual
yacen vagones desvencijados y vías gastadas. Y alzará su alma, y trazará su infinito
e invocará a aquellos que una vez se exiliaron. Y el Faro de Finis Terrae le traerá
su voz y recuerdo.
Los de
la Segunda Alma invocarán a los que se exiliaron, los cuales regresan para evidenciar
un 21:1. Voz que será un eco en Copaquilla y savia bajo aquella tierra.
Así se
escribe vuestra verdad, y así se recuerda a los que en vosotros están.
Sin más
deciros, J 25 A.
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