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domingo, 21 de julio de 2019

(Re)conversión p. V

Arica – Chile                                                                                                                                                              16/05/18

Levedad que se extiende en un atardecer difuso, lejos innumerables fulgores rasgan la lejanía. Insondable silencio que extravía anhelos ocultos, historias olvidadas y verdades torcidas.

Escritos olvidados, verdades a media luz, travesías inconclusas y años extraviados. El joven rasga la hoja, y le levedad se vuelve eterna. Ideales y anhelos, muertos en un trémulo segundo.

Ideales y anhelos de juventud hoy yacen olvidados y trémulos. Desgajados cruelmente por la vida, el tiempo y la rutina.

El joven, lejano, evoca antiguos momentos. Memorias sobre otras Tierras y Tiempos, sobre axis en lejanos lugares y sobre jóvenes que anhelaban otro mundo forjar.

Querían un mundo más solidario y equitativo. Entonces surcaron elevadas tierras, lejanos templos, ilusorias realidades, mundos caducos, para forjar lo venidero, lo superlativo, lo excelso.

Mas el Tiempo todo desgasta o corrompe, y los que una vez fueron jóvenes envejecieron, olvidando sus ideales, anhelos y travesías. Jóvenes caducos mas adultos responsables.

Extraviaron su alma y sus anhelos, rehusaron. Se olvidaron, y la vida los rehusó.

Ahora sólo existen en la memoria de la Tierra. Una miríada de olvidados sin destino definido.

– No es viable este sendero. Muchas tristezas e incomprensiones. Prefiero surcar el sendero intermedio, el que todo olvida o relega.

– Estoy viejo y ya no me interesan los juegos de juventud. Por muchos años he surcado sendas que no me ha llevado a ningún lugar. ¡Basta ya! Debo madurar, obtener un título y mantener una familia.

– Es solitario este sendero. Los míos me desconocen. Creen que me domina la locura y que la realidad se me escapa. Piensan que soy ferviente seguidor de dogmas vacíos y caducas doctrinas. Detesto la soledad, porque me atrapa y desgaja sin piedad. Regresaré a los míos, y así olvidaré este aciago destino.

– Por mucho tiempo creí en la existencia de elevados y enigmáticos Señores que todas las Tierras expresan. Mas, luego de una ardua reflexión, llegué a la triste conclusión que simplemente no existen. Mis anhelos, mis falencias, mis expectativas gestaron historias y fabulas incompletas. Cuento infantil que gestó mi mente febril para vivir una existencia menos mediocre y más llevadera.

– Sin verdades ciertas y sin anhelos verdaderos, solamente la muerte acompaña mi aciago destierro. Prefiero dejar esta maldita existencia y surcar el sendero de los que se han ido.

El joven, lejano, evoca a los que se fueron, a los que otros rumbos siguieron.

– Proseguiré el sendero aunque mi existencia extravíe. Mi esencia es de un soñador, que teje anhelos e ilusiones en pro de un mundo mejor. Continuaré mi travesía hasta que la muerte reclame mis huesos, hasta que los momentos se vuelvan atardeceres.

Y vosotros, ¿qué rumbo seguiréis?

Sin más deciros, J 25 A.



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