Sitio señalado para expresar la voz de los Señores Antiguos, cuya sede se encuentra en Arica-Chile.

sábado, 29 de julio de 2017

Apoteosis p. VIII

Arica – Chile                                                                                                                                                              22/03/17

Ahora es ahora, no antes ni después. Mi misión anhelo, presiento su llegada, me elevo sobre las vicisitudes, me proyecto muy lejos y presto.

Lejano, trazo travesías para evadir los Tiempos aciagos, las Tierras desoladas, los anhelos quebrados y las 32 sendas invertidas.

Existo en todos los ahoras, en todos los ayeres y en todos los mañanas. Me vuelvo múltiple mas me presiento único. Expreso, trazo y reconvierto lo que es dable y prioritario.

No me olvido ni me olvidan, presiento y los presiento. Aunque permanezca atado a una mísera vida o rutina, aunque mis anhelos una y otra vez se resquebrajen, seguiré impertérrito, similar a Hombre de Vitruvio, aislado mas atado a la Totalidad.

No cejo ni abandono mis ideales, siempre presto a elevar las desoladas Tierras, esperando sin inquietud a los otros, a los que proseguirán mi misión.

Milenios en la senda, siglos en las expectativas, décadas en los anhelos, mas siempre en los amaneceres de mi alma. Seguro, vital, diligente en todo momento y gesto, expresivo, literal, integrado y sujeto al devenir de las eras.

Me vuelvo sendero y voz que resuena en valles solitarios y desolados desiertos. Siempre, siempre en la Memoria y en el Alma de la Tierra, gestando el venidero 21:1 y algo más.

Regresan los Señores que surcan las vastas Aguas, para develar historias, para trazar verdades, para elevar algunos momentos y Tiempos.

Un lugar suspendido en el Tiempo, una verdad que pudo haber sido, un destello de otra Tierra y una historia que se espera.

Un sitio que anhela, una verdad entre Arica y Tacna que no desfallece y otros Señores que se expresan. Atrapados quizá, aislados tal vez, esperan, anhelan o aguardan.

El anciano se mece sin prisa, lejos del mundanal ruido. Tardes plácidas y vientos salobres trazan su vida. Alejado del gentío, libre de preocupaciones, medita, reflexiona y gesta mundos en su memoria y traza anhelos en la salobre arena.

– ¡Por fin ha terminado la guerra! Todo ha concluido. Los jóvenes volverán a su tierra. Madres y amadas los esperarán bajo el dintel de la puerta. Es un día especial. Ha terminado la cruenta guerra y las aguas son más cristalinas.

Un ajado almanaque señala 1950. El viento rasga el Tiempo, y un anciano silencioso surca un sendero de arena y algas marinas.

Iquique también os verá pero no antes ni después. Seguid y sabréis.

Sin más deciros, J 25 A.


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