Sitio señalado para expresar la voz de los Señores Antiguos, cuya sede se encuentra en Arica-Chile.

martes, 1 de enero de 2013

Melancolía p. V

Iquique – Chile                                                                                                                                                           11/07/11

El viento gélido besa su rostro, el agua salobre baña su cuerpo y el clamor de muchas voces se escuchan en su alma.

Y contempla tierras extensas y diversas donde sueños e ideales se vuelven verdaderos, donde los arque(o)tipos trazan leves y extensas leyendas.

Y surca las tierras con su Sentencia, llegando a territorios vedados y quizá alguna vez olvidados.

Camina lento y luego raudo. Camina raudo y luego lento. Susurra un poema, y los versos se vuelven mariposas y luciérnagas.

Contempla el firmamento, y es un mar extenso, donde los fulgores son aves de sangre y fuego.

Y escucha a lo lejos el susurro de las montañas dormidas. Tierras y glifos que anhelan los tiempos que fueron, son y serán.

Y surca el sendero que lo separa de lo que nunca ha sido, y árboles y serpientes una venia le devuelven.

Es verdadero en aquella tierra, donde todo lo que es verdad se vuelve evidente, donde lo que nunca ha sido verdaderamente es.

Allá es Señor y esclavo, luz y oscuridad, viento o desvelo, desvarío o sueño. Allá existe por lo que en verdad es, y no por lo que otros definan.

Y traza en la arena señales y signos, que luego se vuelven sombras y sentencias, y el Olvido se vuelve olvido.

Y así transcurren días, semanas, meses, años, milenios y eones; y en cada ciclo una inédita existencia expresa. Él sabe que la sustancia y esencia de aquello proviene de su propia existencia. Y si él se olvida, se olvidarán sus tierras.

Sin embargo, aún anhela más, aún quiere extenderse más, pero sus sueños y sus desvaríos son su límite y sentencia.

Sueños y desvaríos que limitan su existencia y desgarran su verdad. Sin embargo, se expresará extensamente e irá más allá de todo lo que ha trazado.

Contempla los límites de la tierra, y la oscuridad se extiende. Cada esencia, alma o sentencia muere.

Lentamente, la oscuridad lo envuelve, y su Sueño se hace evidente.

Transcurre un segundo, un minuto, una hora, un día y quizá mucho más; y lentamente, retorna. Lentamente vuelve, y su mirar se extiende por el extenso firmamento.

Trata de levantarse, y sus piernas no le responden. Y se percata que gruesas y gastadas correas lo mantienen, inmovilizado, en una desarreglada cama.

Trata de gritar. Sin embargo, su voz está muerta y vacías, sus palabras. Se inquieta, cesan sus ataduras, y cae de aquella cama de hospital.

Escucha el sonido de una tosca campana, el ruido sordo de una alarma, las voces quedas y los pasos inquietos de quizá una o más personas.

Alguien lo levanta. Seca el sudor de su frente. Le da a un sorbo de agua. Y con mucha ternura le dice:

«Bienvenido a la vida. Bienvenido, Elías»”.

Así también es San Lorenzo de Tarapacá: un axis donde las almas se expresan y anhelan. Os habéis adentrado en aquellos difusos límites. Sin embargo, solamente habéis surcado una levedad que separa a los mundos.

Algún día apreciaréis toda su extensión y verdad. Sin embargo, será cuando vuestra Sentencia en esta tierra caduque, y se expresen todas las tierras que coexisten en esta tierra.

Sin embargo, algo de vosotros allá ha quedado, y algo de esas tierras ahora circula en vuestras venas.

Seguid, siempre seguid, ya que es la travesía la que os mantiene vivos.

Y más allá de Finis Terrae, levemente un axis se expresa, y otros se vislumbran en la lejanía. Y los que se olvidaron, retornarán cuando concluya Melancolía…

Sin más deciros, J 25 A.

      

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