Sitio señalado para expresar la voz de los Señores Antiguos, cuya sede se encuentra en Arica-Chile.

jueves, 1 de marzo de 2012

Melancolía p. IV

Arica – Chile                                                                                                                                                              07/07/11

Aguas oscuras, sombras olvidadas, vidas secas, aquello sin tiempo y sin nombre escruta.

A través de leves recuerdos, voces gastadas, almas extraviadas, el Visitante recuerda los tiempos que se olvidaron.

Cada alma, cada voz y cada recuerdo es un glifo oscuro, que el Visitante analiza con paciencia. Así intenta recobrar aquello que se olvidó después de todos los 21:1.

Elige un glifo al azar, y su verdad se vuelve evidente. Y la verdad se vuelve tierra, viento y sombra. Y surgen del olvido la figura de una mujer y la sombra de un niño. Difusos en un principio, y luego evidentes y verdaderos.

Corre desesperada en busca de su hijo, el cual se ha extraviado en aquel atestado y sombrío andén. Lo llama una y otra vez, mas su clamor no recibe respuesta.

A lejos, una sirena anuncia que la invasión enemiga ha comenzado. Y en el andén, la tristeza y el miedo se extienden sin control.

Se arrodilla, llama a su hijo por última vez, y cae desmayada.

Elige otro glifo, y su verdad se vuelve evidente. Y surge una ciudad de brumas y un sendero gastado.

Aquel hombre de torva mirada apresura su andar. Toma el desvío más inmediato, y aguarda, respirando lento, detrás de un letrero gastado.

Saca un arma de la chaqueta, se cerciora si está cargada, y luego la guarda. Y aguarda, y aguarda, respirando lento.

La mujer cruza la avenida, absorta, pero ajena a lo que la rodea. Tropieza, mas no cae. En su cara se dibuja una mueca de asco al contemplar la vereda atestada de basura y gente extraviada.

Una anciana le pide limosna, y ella la mira con desdén.

– ¡No tengo! – contesta fríamente.

Se escucha un disparo, y ella cae exánime. Y lejos, allá en el callejón, una sombra se extiende y luego desaparece.

El Visitante revisa otro glifo, y su verdad se vuelve evidente. Y surge una sentencia, un evento y una extinción. Y luego el olvido, la soledad y la tristeza el glifo destrozan.

Reflexiona. Analiza los eventos que condujeron a aquel aciago final. Y guarda silencio por milenios.

Y concluye que aquello que se olvidó siempre se recordará mientras exista alguien o algo que así lo determine.

Y prosigue su travesía, develando aquello que ha estado olvidado. Y así continuará eternamente.

Volveréis a San Lorenzo de Tarapacá para proseguir con los valores designados. Sin embargo, no iréis todos.

Aquel que nos olvidó por algún tiempo, el motivo de su marginación debe descubrir. Debe ir donde almas y vidas se extravían, y anhelar la luz que lo devuelva a estas extrañas tierras.

No podrá acceder a los eventos de expresión hasta que devele aquel enigma. Irá el mismo día de vuestra travesía. Viaje que os llevará donde extraños y excelsos Señores, que susurran más allá de San Lorenzo de Tarapacá.

Allá expresaréis tierras, sentencias y valores, para que los eventos venideros sean más leves y no tan extensos. Sin embargo, esta historia se escribirá en tierras de leyenda y recuerdo, en tierras de imaginación y desvarío.

Y más allá de Finis Terrae la verdad será evidente. Id allá donde el Alicanto de tiempos antiguos trazó senderos y encrucijadas. Id a una extensión, y unificaros a la tierra y su sabiduría, anterior a los Señores a Caballo. Id, y clamad para que la verdad vuelva a la tierra, para que la verdad se exprese en la tierra. Así vuestras almas serán extensas y las tierras más verdaderas.

Y aquellos que vayan el sendero continuarán, y el resto eventos similares y voluntades verdaderas deberán esperar.

Id, y sabréis de qué estamos hablando. Id, y os reencontraréis.

Sin más deciros, J 25 A.

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